Estos días estivales, además de ser tiempo de asueto y descanso, despiertan recuerdos en forma de sabores y aromas de la infancia, cada vez que regresamos de veraneo al hogar de nuestros mayores, a aquella plácida y sencilla vida de los pequeños pueblos, donde la sabiduría de nuestros ancestros se conserva aún en las rutinas más cotidianas.
“Un limón y medio limón: limón y medio…” Y así, como si de un juego se tratase, primero la abuela y ahora la madre, exprimen de forma manual y a primera hora de la mañana, un día si y otro también, los frutos caseros que nos regalan los limoneros del huerto. Una jarra de agua tibia y el generoso jugo de varios limones recién cogidos – medio limón, por vaso –, macerado con una cucharada de azúcar para mitigar su acidez: “santo remedio”. Administrado nada más levantarnos, tomar a diario un vasito de limonada en ayunas, palia de forma incipiente la sed matutina y frena los síntoma de dolencias menores de garganta o resfriados, pero lo más interesante es que nos ayuda a equilibrar nuestro organismo de forma sana y saludable. La tradición oral nos brinda el conocimiento popular de una vida más arraigada al medio natural y en sintonía con nuestro propio cuerpo.
La hidratación es básica a lo largo de todo el año y más aún en verano, pero si además tomamos agua tibia con limón aportamos a nuestro metabolismo una cantidad significativa de antioxidantes, que previenen el envejecimiento y proporcionan elasticidad a nuestra piel a través de la producción de colágeno, que viene activada por la vitamina C de estos cítricos.
El carácter preventivo de los limones para diferentes afecciones viene dado por su poder antibacteriano y antiviral, así como su capacidad de estimulación del sistema inmunológico. De manera que, los cuidados caseros a base de limonada ante una gripe incipiente tiene su razón de ser en la capacidad antiinflamatoria del ácido ascórbico que se encuentra en estos frutos, que a su vez mejora la absorción del hierro por nuestro organismo, fortaleciendo nuestras defensas. Y, para aquellas personas que sufren heridas externas, el ácido ascórbico presente en los limones, agiliza su curación. Además, favorece la salud de los huesos y cartílagos, dado que reduce la acidez corporal, especialmente el ácido úrico acumulado en las articulaciones.
Además de contribuir a la pérdida de peso en dietas alcalinas supervisadas por nutricionistas, el agua con limón posee funciones depurativas del hígado, ayuda a eliminar toxinas a través de la orina, facilita las digestiones pesadas y combate el estreñimiento. Estas cualidades beneficiosas para el aparato digestivo lo convierten en un remedio muy recomendable para enfermos de cáncer, en los casos en los que la medicación dificulta el tránsito intestinal. Más aún, , expertos en salud han publicado investigaciones sobre las propiedades del limón en la lucha contra las células malignas en 12 tipos diferentes de cáncer. Si bien es cierto, que las recomendaciones que proponemos en estos artículos se basan más en una apuesta preventiva de vida sana y saludable.
Si a la limonada le añadimos la ralladura de la corteza bien lavada, potenciaremos aún más todas sus bondades. En la cáscara de esta fruta originaria de la región de Cachemira hay una concentración de vitamina C, entre 5 a 10 veces, superior que en su pulpa y zumo. Por tanto, el limón lo debemos utilizar en toda su extensión, corteza y zumo. Y si lo tomamos de forma regular, cada mañana, notaremos a la larga los beneficios que aporta a nuestro organismo y que se apreciarán tanto por fuera como por dentro. Feliz y saludable verano para todos.
Un genial post y bastante recomendable. Enhorabuena
Un genial artículo y bastante recomendable. Enhorabuena